MI VIDA COMO FERIANTA

Ya tengo una nueva experiencia vivida, ésto ya no me lo cuentan.

Muy gratificante, la verdad.
He comprobado empíricamente cosas que en realidad ya sabía:

• Que el mundo es un pañuelo. Mi primera venta fue a unas señoras a las que su acento delató como paisanas (sabéis que vivo en Almería pero soy de Valencia) y que resultaron ser de un pueblo cercano al mío y conocidas de una de mis tías.
  

• Que hay gente estupenda en este mundo, a las que no les cuesta nada dar ánimos y cariño aunque te acaben de conocer; un ejemplo, las señoras arriba nombradas. Me dieron unos abrazos que me cargaron de energía para toda la mañana. Bueno y muchísima más gente maja y encantadora que me felicitaron por mi trabajo y me compraron cositas.
  

• Que hay mucha gente que valora la artesanía, lo hecho a mano y con amor (infinitamente más que a la que no le importa nada, que también la hay)

• Que sobre todo a las niñas, les encanta mi trabajo y eso a mí me emociona.

• Que soy un desastre (vaya novedad), no hice fotos de mi paraeta entera, con lo mona que me quedó vestida de rosa y cubierta de césped.
  

Menos mal que mi amorcito, que me ayudo a montar, desmontar y consiguió pasar la mañana gracias a dos paquetes de pañuelos y sin parar de estornudar, hizo unas cuantas; por lo menos que quede como documento gráfico.

Y lo prometido: una de las gargantillas puesta como diadema. No es la más llamativa, para llamativa la que yo me adjudiqué y habréis visto en la primera foto, pero es preciosa, de verdad, ideal para una niña (como yo...)